
Según la Real Academia Española una persona concienzuda es aquella que estudia o hace las cosas con mucha atención o detenimiento. Otro de los significados del término atribuido a las personas es que son de estrecha y recta conciencia. Así somos muchas PAS: concienzudas. En principio, considero que es una virtud, una característica positiva del rasgo. La conciencia es esa especie de juez interior que nos insta a hacer lo correcto y lo justo, a actuar según unos principios y valores, algo muy importante no sólo para la persona que actúa así, sino para aquellas que la rodean.
Las PAS que se comportan de esta forma en el ámbito laboral pueden ser muy valoradas por su alto compromiso y responsabilidad asociados al hecho de ser concienzudas. Sin embargo, no siempre se da esta circunstancia, ya que el coste del trabajo excelente es el tiempo que implica realizarlo y en algunos contextos es prioritaria la rapidez en la ejecución de tareas, antes que la calidad. El ser concienzudo llevado a un extremo de perfeccionismo puede hacernos sufrir ¿Te ha ocurrido? A mí sí. Y no sólo me ha generado sufrimiento, sino agotamiento e irritabilidad.
Dentro de las sombras de esta característica, también asoma la patita el victimismo, del que no había sido consciente hasta que ahora reflexiono sobre ello. Tiene lógica, ya que cuando pretendemos alcanzar una perfección que no es patrimonio de la Humanidad y no conseguimos alcanzarlo, nos frustramos y se da la ley de péndulo hacia el otro extremo, al de la víctima que se siente vulnerable.
¿Te gustaría conocer una estrategias para sacarle provecho sin caer en el lado oscuro, como dirían en Star Wars? Es la siguiente: no te compares con otras personas. Yo soy yo y mis circunstancias. Cada uno somos una persona única e irrepetible, absolutamente singular. Aun cuando tengamos un gemelo que se parezca mucho a nosotros, esto seguiría siendo verdad. Y desde esa singularidad lo más saludable me ha parecido siempre competir conmigo misma, intentar superarme, ponerme objetivos de mejora personal y profesional. Lo hago evitando la comparación con otros, a no ser que sea para inspirarme y admirar, otra actitud muy sana.
No siempre lo logro, por esto de la humanidad que habita en mí, pero lo tengo bastante claro y es realmente liberador. En contextos en los que hay mucha competitividad, mucha presión en ese sentido, esta estrategia cobra especial relevancia, debido a que las consecuencias de la constante comparación pueden ser nefastas para la autoestima, sobre todo, si eres de las personas que se compara y siempre pierde.
¿Eres concienzudo/a? ¿Qué opinas de esta estrategia? Te leo con cariño, Ros. Coach Profesional de PAS.